La teoría más aceptada es que el planeta Venus se formó a través de un proceso llamado acumulación del núcleo. En la acumulación del núcleo, las fuerzas gravitacionales reúnen polvo y partículas del espacio para formar un núcleo rocoso, que en a su vez, captura gravitacionalmente los elementos más ligeros que componen su atmósfera.
Los científicos estiman que Venus se formó hace más de 4 mil millones de años. Aunque Venus es similar a la Tierra en tamaño y tiene un núcleo similar, su proximidad más cercana al Sol hizo que la atmósfera del planeta se formara de manera diferente a la de la Tierra.
Los estudios indican que la mayoría, si no toda, el agua en Venus se evaporó hace miles de millones de años. La capa de nubes espesa resultante que rodea a Venus está compuesta principalmente de dióxido de carbono y es 100 veces más densa que la atmósfera de la Tierra. El efecto invernadero causado por esta capa de nubes también ha aumentado significativamente la temperatura del planeta hasta el punto de que hoy en día la superficie de Venus está lo suficientemente caliente como para derretir el plomo. Todo esto hace que la posibilidad de aterrizar humanos en la superficie de Venus sea altamente improbable, ya que el aire no es respirable y el peso de la atmósfera sería suficiente para aplastar el cuerpo de una persona, suponiendo que pudiera soportar el calor.
