Los istmos, que son estrechas franjas de tierra que conectan dos masas de tierra y separan dos cuerpos de agua, se forman de varias maneras, dependiendo de la geología de las áreas en las que ocurren. Estos cambios geológicos para formar istmos pueden implicar el movimiento de las placas tectónicas, el ahogamiento de la masa de tierra debido a las estructuras de fallas, la actividad volcánica y el movimiento de las olas y las mareas.
Según el Observatorio de la Tierra de la NASA, uno de los istmos más famosos, el istmo de Panamá, se formó cuando dos placas tectónicas, la Placa del Pacífico y la Placa del Caribe, chocaron. A medida que una placa se deslizaba debajo de la otra, el calor y la presión resultantes causaban que los volcanes submarinos formaran una serie de islas. Al mismo tiempo, las dos placas continuaron moviéndose, elevando partes del fondo marino. Los sedimentos, como la arena y el suelo, rellenaron los huecos hasta que se formó un istmo completo.
El istmo de Suez se formó más recientemente, según la Enciclopedia Británica. El área originalmente era una gran masa de tierra única hasta que una falla geológica causó un canal que se llenó de agua, creando el Mar Rojo. Las posteriores oscilaciones del nivel del mar hicieron que la estrecha masa de tierra, que se convirtió en el istmo, se elevara. National Geographic informa que algunos istmos se forman como bancos de arena por la fuerza continua de las mareas y las olas. Estos son conocidos como tombolos, y el ejemplo más famoso es el istmo que conecta el Peñón de Gibraltar con el continente español.