La luz se crea cuando los electrones que orbitan un átomo se energizan para moverse a una órbita más alta y luego caen a una órbita más baja, liberando una pequeña cantidad de energía en el proceso. Esta energía se llama Un fotón, que es la partícula fundamental de la luz.
Los electrones son partículas cargadas negativamente que orbitan el núcleo de un átomo. Cada electrón tiene una órbita natural, pero si se le da energía extra, un electrón puede moverse hacia una órbita más alejada del núcleo. Las órbitas de cada átomo son fijas, pero un electrón puede moverse entre ellas.
Cuando un electrón cae de una órbita de alta energía a una de menor energía, ahora hay un exceso de energía. Esta energía no puede simplemente desaparecer, por lo que se emite como un fotón de luz. La energía del fotón depende de la diferencia de energía entre las dos órbitas del electrón.
Un ejemplo de este tipo de creación de luz se puede ver en los letreros de neón. Las corrientes eléctricas proporcionan energía a los electrones de los átomos de neón y los mueven a una órbita más alta. Cuando los electrones vuelven a caer, se emite una luz de una frecuencia muy específica, lo que otorga a las luces de neón su color púrpura.