La biomasa, o biocombustible, se convierte en electricidad a través de una variedad de medios, que incluyen combustión directa, gasificación, digestión anaeróbica y pirólisis, que es una forma de descomposición termoquímica. El método más común es directo combustión, como cuando se queman materiales leñosos.
De acuerdo con la Guía de diseño de edificios completos, el término "biomasa" abarca una amplia gama de materiales, incluidos desechos humanos y animales, subproductos agrícolas, plantas y madera. En general, la biomasa leñosa se gasifica o quema para generar electricidad, mientras que la biomasa húmeda, como los desechos humanos y animales, se convierte en forma gaseosa en un digestor anaeróbico.
El American Biogas Council explica que la digestión anaeróbica es un proceso en el cual los microorganismos descomponen la biomasa en un ambiente sin oxígeno. El resultado suele ser el biogás, que genera electricidad cuando se quema. El biogás también se puede convertir en combustible de transporte y gas natural renovable.
Los subproductos de materia vegetal y madera contienen energía almacenada del Sol, según el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. Por esta razón, los investigadores están intentando desarrollar medios eficientes para generar energía a partir de cultivos energéticos potenciales de rápido crecimiento y alto rendimiento, como la hierba de césped y el sauce.
El Consejo de Defensa de los Recursos Naturales informa que la mayoría de los materiales de biomasa producen electricidad o calor con menos emisiones nocivas que el carbón y son renovables, a diferencia de los combustibles fósiles.