Los sensores de sonido funcionan al detectar diferencias en la presión del aire y transformarlas en señales eléctricas. Los sensores de sonido, como los micrófonos, generalmente tienen amplificadores incorporados que aumentan la intensidad de la señal entrante.
Los sensores de sonido funcionan imitando el proceso del cuerpo humano que involucra los oídos y la transmisión de señales al cerebro. Los micrófonos son sensores de sonido que convierten una señal de sonido en un voltaje o corriente proporcional a la señal detectada. Por lo general, tienen un pequeño diafragma hecho de imanes rodeados por un cable metálico enrollado. Las ondas de sonido hacen que el diafragma vibre, lo que hace vibrar los imanes e induce una corriente en la bobina. Los micrófonos más comunes utilizados para la música son los micrófonos dinámicos, de cinta o de condensador.
Aunque los micrófonos son los sensores de sonido más reconocidos, los sensores electrostáticos y piezoeléctricos también se usan para detectar sonido en aplicaciones tales como industrial, médica, robótica e identificación y seguimiento. Estos sensores pueden detectar ondas de presión de sonido que no están dentro del rango audible, lo que las hace adecuadas para una amplia gama de tareas. Por ejemplo, los sensores de sonido ultrasónicos de alta frecuencia se utilizan para soldar plásticos, mientras que los sensores de ultrasonido de baja frecuencia se utilizan para inspeccionar materiales menos densos, como madera, concreto y cemento. Tales sensores no se ven afectados por la reflectividad, la translucidez o el color, como es el caso de los sensores de luz.