Los terremotos tienen una serie de efectos profundos en los ecosistemas locales, pero el efecto más importante que tienen los terremotos es que cambian abruptamente los hábitats. Los terremotos pueden hacer que los árboles se caigan, los acantilados se desmoronen y las cuevas se colapsen. Lo que puede tener efectos de goteo en todo el ecosistema.
Por lo general, los terremotos cambian los hábitats de manera sutil. Por ejemplo, si el epicentro de un terremoto está cerca de un bosque, puede derribar árboles. Cuando esto sucede, permite que la luz solar penetre en el dosel, lo que permite el crecimiento de diferentes tipos de plantas. Estas nuevas plantas sostienen una nueva población de animales.
A veces, los terremotos pueden crear nuevos hábitats, ecosistemas y, en última instancia, especies. Por ejemplo, si una parte de la línea costera se aleja del continente durante un terremoto, llevará consigo a todas las plantas y animales. Con el tiempo, el hábitat cambiará de manera sutil, lo que requerirá la adaptación de la flora y la fauna.
Los terremotos también pueden unir masas de tierra, lo que puede tener graves consecuencias. Por ejemplo, el subcontinente indio se estrelló contra el continente asiático hace millones de años, debido al movimiento tectónico que causó el terremoto. Cuando esto sucedió, las plantas y los animales se vieron obligados inmediatamente a competir con una gran cantidad de nuevas especies. Con el tiempo, las especies dominantes abruman a las especies subordinadas y se alcanza el equilibrio.