La pobreza compromete el acceso del mercado a la mano de obra calificada, que es esencial para la producción de los bienes y servicios necesarios. Las personas pobres no tienen acceso a una buena atención médica, lo que presenta desafíos en la productividad de la fuerza laboral. La economía también gasta más en atención médica para las personas que no pueden pagarla. Además, la pobreza plantea mayores demandas para el sistema de justicia penal, lo que reduce la productividad de los encarcelados y provoca daños a la propiedad de los afectados.
La mayoría de las personas que viven en la pobreza carecen de acceso a una buena educación. Muchas personas sin educación no pueden asegurar el empleo y contribuyen al crecimiento económico ayudando a la producción. Esto también inhibe a ciertos sectores del mercado que requieren educación superior.
Un estudio del Center for American Progress en 2007 encontró que la pobreza infantil reducía la productividad y el rendimiento económico en un 1.3 por ciento del producto interno bruto anual. Además, algunos niños que crecen pobres son más propensos a convertirse en delincuentes. Esto vincula la pobreza con los costos más altos de encarcelamiento.
Según un estudio publicado por CNN en 2006, los niños son los más afectados por la pobreza, y los menores de 5 años tienen más probabilidades de vivir en la pobreza extrema. Los niños sin seguro son más susceptibles a las complicaciones de la salud, como la obesidad, las enfermedades del corazón y el asma, que continúan atormentándolos hasta la edad adulta. Los crecientes niveles de pobreza causan consecuencias económicas sustanciales para todos los contribuyentes, incluidos los ricos.