Los vapores de gasolina son dañinos en grandes cantidades. Los ingredientes venenosos de la gasolina causan un daño pulmonar grave y potencialmente permanente. La inhalación directa de gasolina causa la intoxicación por monóxido de carbono. En dosis más pequeñas, los vapores de gasolina provocan irritación de la nariz y la garganta, mareos y dificultad para respirar.
La gasolina contiene sustancias químicas tóxicas llamadas hidrocarburos. Según los Institutos Nacionales de la Salud, la aspiración prolongada e intencional de los gases de la gasolina causa un daño pulmonar grave y potencialmente permanente. La exposición a pequeñas cantidades de vapores de gasolina al llenar el tanque de combustible de un automóvil no necesariamente causa efectos adversos para la salud. Sin embargo, los resultados de la exposición a largo plazo a humos de gas en un ambiente controlado, como una estación de servicio, no se conocen completamente. La gasolina tiene un olor característico que se nota en niveles bajos, por lo que las posibles fugas a menudo se descubren y eliminan antes de que ocurra el daño.
Lo primero que debe hacer si una persona respira una cantidad excesiva de vapores de gasolina es llevar a esa persona al aire fresco lo más rápido posible. La exposición prolongada puede requerir llamar a una ambulancia o centro de control de envenenamiento. La práctica de aspirar vapores de gasolina para obtener un efecto estimulante es una forma de abuso de sustancias y es extremadamente peligrosa. Puede provocar problemas de salud a largo plazo, como daño cerebral, hepático y renal.