Los incentivos positivos buscan motivar a otros prometiendo una recompensa, mientras que los incentivos negativos buscan motivar a otros amenazando con un castigo. La opinión está dividida en cuanto a qué funciona mejor, pero ambos tienen aplicaciones en una variedad de configuración.
Sólo recientemente, por ejemplo, la opinión pública se ha vuelto decisivamente en contra del castigo corporal como un medio para fomentar la obediencia en los niños, ya sea en el hogar o en la escuela.
También en el lugar de trabajo, los incentivos tradicionales para la productividad han sido la amenaza del desempleo o el pago fijo, mientras que en la década de 1980 se ha vuelto más común que las empresas motiven a su personal con incentivos positivos, como promociones y bonos financieros.