Los cromatóforos son células que cambian de color y permiten que algunos animales, como los cefalópodos, una clase de moluscos que incluye pulpos, calamares y sepias, se mezclen con sus ambientes circundantes. Los cromatóforos también se utilizan para comunicar diferentes mensajes a compañeros potenciales, rivales y depredadores.
Los cromatóforos son células que comprenden sacos llenos de pigmento que se encuentran justo debajo de la piel de los cefalópodos, con la excepción del nautilo de cámara, que carece de esta adaptación biológica. Estas células se expanden y se contraen para mostrar diferentes pigmentos, lo que permite al animal cambiar el color de su cuerpo para asemejarse a su entorno para fines de defensa, caza y apareamiento.
Los calamares emplean cromatóforos para virtualmente desaparecer a voluntad en presencia de depredadores y rivales y para atraer presas y posibles compañeros. El número de celdas individuales encontradas en el cuerpo de un calamar determina la complejidad del patrón producido.
En las profundidades oscuras del océano, esta capacidad de cambiar de color se ve reforzada por la presencia de fotóforos, que son células emisoras de luz que se encuentran en los cuerpos de muchas especies de calamares. Los fotóforos permiten la bioluminiscencia, por lo que los órganos que producen luz emiten iluminación a través del cuerpo del animal. Estos productores de luz van desde una simple colección de células hasta una compleja disposición de lentes, filtros, persianas y reflectores.