Las vacunas comestibles son vacunas dirigidas a la mucosa que se han creado mediante la inyección de proteínas antigénicas en las plantas comestibles. Cuando se consumen, las proteínas son ocultas y reconocidas por el sistema inmunológico del cuerpo cuando entran en el torrente sanguíneo. Las proteínas son responsables de estimular las respuestas inmunitarias tanto sistémicas como de la mucosa.
A partir de 2014, hay mucha investigación en curso para desarrollar vacunas comestibles para enfermedades como la hepatitis B, el sarampión y el cólera. Los principales beneficios asociados con las vacunas comestibles son la rentabilidad, el fácil acceso, el fácil almacenamiento, la distribución rápida y la administración simple, especialmente en niños pequeños. La investigación actual se centra en determinar cómo garantizar de manera efectiva que se ingieran suficientes proteínas para una buena respuesta inmune para activarse.