La Gran Esfinge de Egipto simboliza la realeza de Egipto como vínculos entre el hombre y la deidad y al mismo tiempo actúa como un símbolo del dominio del hombre sobre la naturaleza. Algunos eruditos también sugieren que la Esfinge es una representación de El dios solar Atum. La apariencia majestuosa e imponente de la esfinge sirve como una forma de advertencia para los saqueadores que entran a la Necrópolis.
La Esfinge tiene un diseño único: un híbrido humano-animal que combina el cuerpo de un león con la cabeza de un hombre. Los antiguos egipcios consideraban que tales egipcios mixtos significaban lo divino. Las representaciones de los dioses a menudo evocaban imágenes de animales. Así, la Esfinge representa un compuesto de lo mortal y lo inmortal. Al colocar la cabeza del faraón sobre el cuerpo del león, los egipcios expresaron la idea de que su gobernante era más que un hombre. El faraón descendió de la deidad y sirvió como puente entre dos mundos.
Esta forma de pensar tenía sus raíces en la evolución social del hombre. En los días primitivos de la humanidad, los hombres vivían con miedo y temor por los animales salvajes, que parecían superiores en virtud de su fuerza, velocidad y ferocidad. Sin embargo, a medida que la inteligencia colectiva del hombre aumentaba, también lo hacía su capacidad para domesticar la naturaleza, y esto reforzaba su confianza. La colocación de la cabeza del faraón en el cuerpo animal representa el dominio de la humanidad sobre la naturaleza y el caos.