Cualquier cálculo renal de más de 6 mm de diámetro se considera un cálculo renal grande, como lo indica el NHS. Dichos cálculos no mejorarán por sí solos, por lo que es posible que se requiera tratamiento médico para curarse. Los cálculos renales pequeños, de 4 mm y menos de diámetro, se curarán solos después de un tiempo y pueden no hacer que una persona experimente dolor.
Un cálculo renal es una masa sólida y dura que se forma en el riñón debido a la acumulación de ciertos materiales en la sangre. Los cálculos renales varían en tamaños. Un cálculo renal grande se puede atascar en el tracto urinario e inhibir el flujo de orina. Esto conduce a un dolor intenso y sangrado. Una persona con cálculos renales deberá ser ingresada en el hospital si está embarazada, tiene 60 años o más, tiene deshidratación, tiene síntomas extensos y está en riesgo de insuficiencia renal, como lo indica el NHS.
Los síntomas que puede experimentar una persona incluyen vómitos, sangre en la orina, fiebre, dolor abdominal, dolor durante la micción y mal olor en la orina. Existen diferentes opciones de tratamiento para los cálculos renales grandes, que incluyen cirugía abierta, ureteroscopia, litotricia extracorpórea por ondas de choque (ESWL) y nefrolitotomía percutánea (NCP). El tipo de tratamiento que tendrá una persona depende del tamaño y la ubicación del cálculo renal.