El núcleo de un átomo está rodeado de partículas llamadas electrones. Estos electrones giran alrededor del núcleo en caminos llamados orbitales, que varían en su complejidad.
Los orbitales, también conocidos como conchas, se vuelven más complicados y grandes cuanto más lejos están del núcleo. Solo dos electrones existen en una capa, girando en direcciones opuestas. Los científicos pueden usar configuraciones de electrones para mostrar la ubicación de los electrones en estas capas, lo que hace posible predecir varias propiedades científicas de un átomo dado, incluida la conductividad, la estabilidad y el punto de ebullición.
Al realizar estas configuraciones de electrones, las capas más externas suelen ser las más importantes. Por esta razón, los científicos a menudo abrevian estas configuraciones utilizando el gas noble más cercano a la tabla periódica. Esto implica que el átomo en cuestión y el gas noble tienen la misma configuración electrónica hasta ese punto; los electrones más externos se pegan al extremo.
Todos los electrones que rodean un núcleo atómico en sus respectivas capas se conocen colectivamente como la nube de electrones. Esta nube tiene un diámetro 5,000 veces mayor que la del núcleo. Dado que los electrones son extremadamente pequeños y ligeros en comparación con los protones y neutrones, la nube en la que residen los electrones es un espacio vacío en su mayoría.