El oro, la plata, el aluminio, el plexiglás y los pigmentos híbridos son materiales que reflejan la luz infrarroja. La composición atómica de los materiales es lo que los hace transparentes, opacos o reflectantes de la radiación infrarroja.
La radiación infrarroja ocupa la parte del espectro electromagnético que se encuentra justo por debajo de la luz visible, y tiene una longitud de onda de 0,7 a 300 micrómetros. El oro batido en hojas muy finas es bueno para reflejar el extremo inferior del rango visible del espectro, que incluye luz roja y amarilla. Esta reflectividad también se extiende al rango infrarrojo, lo que hace que la lámina de oro sea un material ideal para protectores térmicos de alto rendimiento. Muchos de los componentes utilizados en los vuelos espaciales están recubiertos con una lámina de oro por este motivo. El oro también bloquea otras partes del espectro electromagnético, incluida la radiación ultravioleta, que tiene una longitud de onda más corta que la luz visible más corta. Esta capacidad de filtrar selectivamente la radiación en ambos lados del espectro visible permite que el oro sea un material de visera para los cascos de astronautas.
El aluminio también refleja la radiación infrarroja, aunque las láminas delgadas no son tan transparentes en el rango de luz visible como el oro. Sin embargo, el aluminio es mucho más abundante que el oro, lo que lo hace ideal para aplicaciones convencionales de protección contra la radiación infrarroja. El uso de papel de aluminio para hornear productos en un horno muestra la capacidad de este material para reflejar internamente la radiación infrarroja y atrapar el calor.