Las fuentes para la toma de decisiones morales son múltiples y cubren varios campos de investigación teóricos, físicos y filosóficos. Si bien las creencias tradicionales a menudo privilegian las fuentes de autoridad ética como la base para la toma de decisiones morales, las autoridades como la religión y la racionalidad, otras investigaciones sugieren que los factores biológicos y psicológicos también pueden desempeñar roles importantes.
Una de las fuentes más antiguas y generalizadas de toma de decisiones morales es la religión. La religión no solo tiende a delinear lo que está bien o mal, sino que también prescribe comportamientos que permiten al individuo navegar a través de decisiones difíciles en su vida diaria. En otras palabras, proporciona códigos de conducta a partir de los cuales las personas pueden formular las decisiones éticas más básicas. La filosofía moral es otra fuente y apela a la razón humana y al reconocimiento de la humanidad común de las personas en lugar de a la fe. En ambos casos, sin embargo, las decisiones morales se deducen de sistemas de creencias más amplios que proponen respuestas para la mayoría, si no todas, las situaciones. Las sociedades y culturas individuales también crean sus propias normas éticas, las cuales pueden tener un impacto profundo en la cosmovisión y las elecciones de las personas, con o sin la religión como el principal motivador.
Sin embargo, estas fuentes no son las únicas reconocidas por los científicos. Según la Universidad de Princeton, los científicos también consideran las emociones como un posible sitio de toma de decisiones morales. Algunos investigadores han observado, por ejemplo, que las preguntas morales inducen "un mayor nivel de activación en áreas cerebrales relacionadas con las emociones". Esta y otras investigaciones relacionadas sugieren que la toma de decisiones morales puede estar vinculada a causas neurocientíficas junto con otras contemplativas racionales o basadas en la fe.