Las personas poderosas comparten rasgos comunes, como estar extremadamente concentrados, tener una propensión a aspirar a objetivos elevados y entender cómo usar el poder de manera inteligente. Además, las personas poderosas tienen más probabilidades de correr riesgos en la vida.
Una característica común de las personas poderosas es la capacidad de mantenerse enfocado en un objetivo específico que desean alcanzar. Enfocarse en una cosa a la vez puede ser difícil debido a las distracciones, pero tienen una determinación por encima del promedio y con una sola mente en mente. Cuando se trata de elegir en qué objetivos centrarse, a menudo eligen algo elevado. Apuntar a lo alto es algo natural, y aplican sus conocimientos para asegurarse de alcanzar sus metas. Esto significa que los poderosos están muy motivados para lograr grandes cosas, incluso si eso significa que no siempre están disponibles para socializar. Las personas poderosas tienden a socializar con otros solo cuando es más conveniente, y pueden elegir priorizar el trabajo sobre la vida social.
La mayoría de las personas poderosas tienen suficiente conciencia de sí mismas para no abusar de su poder. Dirigen a otros de manera responsable y, a menudo, toman la iniciativa en cuestiones de responsabilidad social. Es común que las personas en posiciones de alto poder tengan carisma. Sin embargo, pueden mantener su ego bajo control y devolver algo positivo a la sociedad.