Una política de laissez-faire es una doctrina política y económica que sostiene que las economías funcionan eficientemente cuando hay una mínima interferencia del gobierno. Esta política se opone a los impuestos y la regulación del comercio y aboga por el individualismo, el libre comercio y la libre competencia.
La doctrina del laissez-faire está asociada con los infames economistas conocidos como fisiócratas. Estos economistas florecieron en Francia entre 1750 y 1780. Esta política se hizo popular en Gran Bretaña bajo la influencia de Adam Smith, un reconocido filósofo y economista. Sin embargo, no fue aceptado con entusiasmo en los Estados Unidos.
La creencia en esta política se hizo muy popular en el siglo XIX, ya que sus defensores defendían la actividad individual no regulada. John Stuart Mill, un economista británico, fue responsable de popularizar esta política a través de sus argumentos en Principios de economía política en 1848. Durante esta era, se percibió ampliamente que un individuo al que le permitieran perseguir sus propios deseos lograría los mejores resultados para la sociedad. La función clave del estado era brindar seguridad y mantener el orden, pero el estado debería evitar interferir con las iniciativas de un individuo que persigue sus objetivos deseados. Sin embargo, los defensores de laissez-faire insistieron en que el gobierno tenía un papel crucial en el cumplimiento de los contratos.
Hacia finales del siglo XIX, se experimentaron cambios económicos agudos, y demostraron que la doctrina del laissez-faire ya no era efectiva. Se desarrollaron nuevas teorías y conceptos para enfrentar los nuevos desafíos. Sin embargo, esta política todavía tiene sus defensores.