Un callo óseo, también llamado callo de fibrocartílago, comprende un primer paso crítico en el intento del cuerpo por curar una fractura de hueso. Está marcado por la formación de materiales óseos y cartilaginosos en una estructura similar a un puente alrededor de la rotura.
El proceso comienza cuando se forma un callo provisional alrededor del sitio de la fractura, generalmente entre 1 y 2 semanas después de que se produce la ruptura original. En las próximas semanas, cada lado de la ruptura comienza a formar lo que se llama un collar, un compuesto de osteoblastos (células que forman el hueso nuevo) y el periostio (donde se forma el hueso nuevo). Posteriormente, a través de la rápida proliferación, los dos collares crecen uno hacia el otro, cerrando la brecha de la fractura.
El callo óseo resultante suele ser el primer signo de curación que un médico ve en una radiografía, generalmente dentro de 2 a 3 semanas después de la lesión. El cartílago producido en el proceso cede durante este período a extensiones óseas más fuertes que se forman en los extremos de la fractura, uniéndolas una vez más. En los meses o años subsiguientes, el cuerpo reabsorbe el callo luego de remodelar el hueso.
La formación de callos óseos es generalmente más rápida en niños que en adultos, y el hueso cortical (compacto) se cura más rápido que el hueso esponjoso (trabecular o esponjoso).