Teiresias le cuenta a Odiseo sobre el resto de su viaje a casa a Ítaca, los pretendientes y su destrucción de la casa de Odiseo, y cómo aplacar al dios Poseidón, quien todavía está enojado con el héroe por cegar a su hijo Polifemo. Específicamente advierte a Odiseo sobre ciertos peligros, pero proclama que Odiseo está destinado a perder a todos sus hombres que están condenados a ser superados por la codicia.
Teiresias reconoce a Odiseo y bebe de la ofrenda de sangre. El vidente tebano confirma que es Poseidón quien evitó el regreso a casa de Odiseo, afirmando que no hay escapatoria para él de la ira del dios del mar. Sin embargo, Teiresias ofrece algunas buenas noticias, ya que los dioses aseguran el regreso de Ulises, pero está dispuesto a sufrir mucho antes y después de su llegada. Teiresias advierte al héroe y su tripulación que deben negar su codicia y hambre cuando se encuentren con el ganado sagrado de Helios, el dios Sol. Sin embargo, le dice a Odiseo que si alguno de sus tripulantes toca el ganado, su barco seguramente será destruido, y todos los que participan seguramente morirán.
Teiresias también predice la forma en que el regreso a casa de Odiseo es inesperado, solo, en peligro y en la nave de otro rey. Le cuenta al héroe sobre los pretendientes impertinentes e irrespetuosos que abusan y explotan a su familia. El profeta predice una derrota victoriosa de los pretendientes de Odiseo, pero el héroe debe llevar de inmediato otro barco al mar, viajar a una tierra donde los hombres comen su comida sin sal y no saben nada del mar. Allí, él debe hacer los sacrificios apropiados a Poseidón, buscando a su favor, ya su vez a todos los otros dioses. Sólo entonces podrá Odysseus regresar a una vida de paz en el hogar, donde podrá vivir una vida pacífica.