Los principales depredadores de los castores dependen de la región, pero incluyen osos, lobos, glotones, linces, pescadores, nutrias, coyotes, zorros, gatos monteses, búhos, visones, caimanes, comadrejas, halcones, perros, leones de montaña y águilas. Sin embargo, los castores adultos son grandes, buenos luchadores y pueden escapar al agua, lo que significa que los jóvenes son los más a menudo atacados. La única excepción son los humanos, que persiguen a los castores adultos si los consideran una molestia.
Los castores no pueden moverse muy rápido en tierra, por lo que la mejor defensa del castor contra los depredadores es escapar al agua. Como resultado, los castores están muy alertas en tierra y escapan al agua a la primera señal de peligro. También advierten a los castores cercanos de amenazas golpeando el agua con sus colas. Los castores intentan proteger a sus jóvenes, ya que esta es la etapa en la que los castores son más vulnerables a los depredadores.
Los humanos trabajan para eliminar a los castores de varias maneras, consciente e inconscientemente. Los humanos han matado a los castores por su piel o porque creen que las represas de castores son grandes y poco atractivas. También amenazan inconscientemente a los castores cambiando gran parte de su hábitat y contaminando sus ecosistemas. Si un área está contaminada y un castor recibe una herida, la herida puede infectarse y resultar fatal.