Las tortugas a menudo se niegan a comer cuando tienen un peso muy bajo. También rechazan los alimentos cuando han estado expuestos a un trauma ambiental o temperaturas peligrosamente bajas durante la hibernación, según Tortoise Trust. Las tortugas son extremadamente sensibles a la mala gestión de la dieta y del medio ambiente.
Muchas tortugas sufren de anorexia post-hibernación. La anorexia posterior a la hibernación se debe a daños por heladas o peso insuficiente al salir de la hibernación. Las tortugas que tienen bajo peso requieren hidratación. Un propietario no debe forzar la alimentación de una tortuga, ya que puede resultar en la muerte. Dado que las tortugas tienen sistemas renales delicados, el propietario debe esperar hasta que la tortuga se rehidrate y orine normalmente antes de que comience a alimentarse.
Una vez que una tortuga comienza a comer nuevamente, una dieta adecuada para su especie es importante. Los alimentos para gatos o perros causan cambios potencialmente letales en los niveles de urea en la sangre de las tortugas herbívoras. Complan y otros alimentos artificiales, por otro lado, a menudo contienen poca fibra y pueden causar estreñimiento en una tortuga ya enferma. Tortoise Trust recomienda proporcionar materia vegetal verde liquidada en su lugar.
Las cuestiones medioambientales también provocan el rechazo de los alimentos. Las tortugas de espalda y de caja se niegan a comer si su ambiente es demasiado seco. Las tortugas mediterráneas son propensas a las infecciones bacterianas, lo que les da la nariz congestionada y limita su apetito. Cada vez que una tortuga se niega a comer, se necesita una visita veterinaria para diagnosticar una causa médica subyacente.