El ataque a Pearl Harbor ocurrió porque los japoneses querían destruir la flota de Estados Unidos en el Pacífico para que no pudiera impedir la expansión japonesa a través del Pacífico Sur. Japón también esperaba romper la moral de los Estados Unidos para evitar que entrara en la Segunda Guerra Mundial.
Japón necesita recursos con urgencia, como el caucho de Malaya y el petróleo de las Indias Orientales Holandesas. Si bien los Estados Unidos habían respondido a la agresión japonesa diplomáticamente, con embargos de diversos bienes a Japón, la administración japonesa sintió que los Estados Unidos podían reaccionar militarmente a una mayor expansión. Según la estimación de Japón, un ataque a la Flota del Pacífico, junto con un asalto a las Filipinas controladas por los Estados Unidos, debilitaría a los Estados Unidos lo suficiente para mantenerlo fuera de la guerra. El presidente Franklin Roosevelt había trasladado recientemente la flota del Pacífico a Hawai desde San Diego, creando un objetivo tentador para los japoneses.
Justo antes del ataque a Pearl Harbor, Estados Unidos y Japón habían estado involucrados en negociaciones sobre el retiro japonés de China. Cuando no se pudo llegar a un acuerdo, Estados Unidos impuso un embargo sobre el petróleo a Japón. En ese momento, Japón recibió el 80 por ciento de su petróleo de los Estados Unidos, por lo que la adquisición de los campos petroleros de Brunei en las Indias Orientales Holandesas fue clave para su continua expansión. Debido a que el territorio estadounidense de Filipinas estaba en el camino, Japón vio la guerra con los Estados Unidos como algo inevitable.