A Gregor Mendel, un monje austriaco, se le atribuye el descubrimiento de los conceptos básicos de la herencia. Se lo conoce como el padre de la genética moderna debido a sus experimentos y descubrimientos. Mendel comenzó a experimentar en el jardín de su monasterio en 1854, eligiendo guisantes debido a la gran cantidad de variedades disponibles.
Debido a la velocidad a la que los guisantes pueden reproducirse, Mendel pudo fertilizar de forma cruzada plantas con características opuestas en un intento por descubrir exactamente cómo funciona la genética. Hasta ese momento, comúnmente se creía que la descendencia de cualquier especie heredaba automáticamente una combinación de rasgos de ambos padres.
Otra creencia común durante ese período fue que, después de varias generaciones, una planta híbrida volvería a su forma original y sería incapaz de crear nuevas formas. Estas creencias fueron generalmente el resultado de pruebas y experimentos mínimos.
Mendel pasó cerca de ocho años de fertilización cruzada de las plantas de arveja, un período de prueba relativamente largo en comparación con investigaciones anteriores, que finalmente llegó a dos conclusiones científicas importantes. La Ley de Segregación estableció que tanto los rasgos recesivos como los dominantes se transmiten de padres a hijos. La Ley de distribución independiente llegó a la conclusión de que cada rasgo se transmite de padres a hijos independientemente de cualquier otro rasgo.