La sonda se utiliza para detectar objetos y organismos en entornos marinos, como submarinos, barcos y bancos de peces. Hay dos tipos de sonda: activa y pasiva.
El sonar activo implica transmitir una señal acústica y observar cómo interactúa con los objetos que están en su camino. Por ejemplo, si hay un submarino en el camino de la señal, la onda del sonar rebota y devuelve los datos a su fuente. Algunos transductores pueden medir la intensidad de la señal, lo que les permite ver qué tan grande es un objeto o qué tan lejos está. Cuando los investigadores analizan cuánto tiempo tarda la señal en regresar, pueden identificar una ubicación aproximada. En agua salada, toma aproximadamente 1 segundo para que la señal regrese desde 1,500 metros de distancia. Además de examinar objetos, los sonares pueden interactuar con bancos de peces y otras especies marinas.
Los sonares pasivos no emiten su propia señal, lo que los hace más difíciles de detectar. Esto los hace particularmente útiles para aplicaciones militares, ya que los buques militares deben permanecer escondidos. Para medir el alcance de un objeto, los sonares pasivos deben funcionar junto con otros dispositivos de escucha. Es particularmente útil cuando se trata de identificar objetivos, ya que permite a los buques militares identificar un área de tiro, sin darse a conocer a los buques de los oponentes.