Los virus no pueden crecer ni reproducirse, pero pueden fabricarse copias de sí mismos mediante el robo de proteínas y otros nutrientes de las células huésped. Los virus se propagan de manera exponencial, dado el material adecuado con el que trabajar.
Los virus se crean más a sí mismos al reutilizar las células que infestan. Las células se reconfiguran a la fuerza para que produzcan más virus infestantes, sus funciones originales se encuentran comprometidas o se destruyen por completo. Este proceso es lo que hace que algunos virus sean potencialmente mortales para los humanos y otros animales.
Los virus incorporan ADN o ARN en su ácido nucleico. Algunos son tan simples y pequeños que codifican solo cuatro proteínas, mientras que otros son asombrosamente complejos, incorporando de 100 a 200 proteínas codificadas. La enorme amplitud de la diversidad en la estructura y complejidad del virus hace que sea difícil combatir su depredación de células humanas y su extrema facilidad para destruir material celular las convierte en la fuente de muchas aflicciones comunes, algunas mortales u horribles, otras comunes.
Los virus son ampliamente utilizados en la investigación de laboratorio. Las células tomadas por los virus brindan una gran información sobre el funcionamiento del material celular y las formas en que las células pueden modificarse, curarse y descomponerse. Se usan en técnicas de terapia génica para entregar cargas útiles de material genético a las células y para reconfigurar esas células para producir más de dicho material.