Las tortugas tienen tres orejas, pero no son visibles. Dos orejas están dentro de pequeños orificios en los lados de la cabeza y la tercera oreja está en la nariz.
Las tortugas no tienen audición sensible. No tienen oídos externos para dibujar sonidos, ni tímpanos para detectar una amplia gama de sonidos y tienen pequeños centros auditivos en sus cerebros. Sin embargo, tienen aletas delgadas de la piel que cubren los huesos internos del oído que les permiten percibir vibraciones y sonidos de baja frecuencia. Así es como pueden sentir el desplazamiento del aire de los depredadores que se aproximan o las vibraciones del suelo de las ranas saltadoras cercanas. Si bien no pueden escuchar el canto de los pájaros, pueden escuchar el sonido de baja frecuencia de las alas aleteando entre los arbustos. Las tortugas oyen lo que necesitan y confían en sus sentidos más potentes de la visión y el olfato para sobrevivir.