La principal diferencia entre la economía de Stalin y la de una economía capitalista es la política de Stalin de la propiedad estatal de los medios de producción. Esta fue una extensión de su particular interpretación del comunismo. Con iniciativas como el Plan quinquenal y la colectivización de la agricultura, Stalin esencialmente puso a todos los sectores vitales de la economía bajo el control del estado, algo que las teorías del capitalismo rechazan.
En las economías capitalistas, el enfoque tradicional es permitir que la propiedad de la producción descanse en manos privadas con la menor intervención estatal posible. Esto es lo que significa la famosa frase "laissez-faire" o, básicamente, "deja que la economía haga lo que hará". La creencia aquí es que demasiada presencia estatal ahoga la productividad económica y la imaginación empresarial.
Sin embargo, con el comunismo, la creencia es que la propiedad privada de los medios de producción conduce a la riqueza de unos pocos seleccionados, y a la opresión y manipulación de prácticamente todos los demás. Por lo tanto, la idea detrás de la propiedad estatal es que los recursos y las oportunidades pueden reunirse bajo una autoridad central, y luego redistribuirse de la manera más justa y equitativa posible.
Además, las políticas de centralización socialista de Stalin se pueden ver como un reflejo de su visión de Rusia como un país que necesitaba modernizarse rápidamente. En su opinión, para que Rusia sobreviviera y compitiera a escala global, tenía que acelerar el proceso de la manera más agresiva posible. Por ejemplo, según la Biblioteca del Congreso, el plan quinquenal de Stalin "pedía una rápida industrialización de la economía, con énfasis en la industria pesada". Nuevamente, en términos ideales, esto es algo que los teóricos capitalistas rechazarían sistemáticamente como una solución adecuada.