Stalin utilizó propaganda para iniciar una campaña que mostró al público lo cerca que estaba de su líder fallecido Vladimir Lenin. En realidad, a Lenin no le gustaba Stalin. En un testamento escrito por Lenin en 1922, declaró que creía que León Trotsky, el fundador del Ejército Rojo, sería un mejor líder. Stalin impidió la publicación del testamento como otra parte de su plan de propaganda.
Stalin utilizó la propaganda para construirse ante los ojos del público y mejorar su imagen. Él tenía ciudades nombradas en su honor, y los libros de historia soviéticos fueron reescritos para mostrarlo bajo una luz más favorable. Las historias en los libros de historia mostraron que desempeñó un papel destacado en la revolución de la Unión Soviética y le dio una posición casi mitológica en otros aspectos de su vida. Stalin controló los medios soviéticos y se aseguró de que cualquier obra de arte, literatura o música sobre él fuera complementaria. También se le agregó su nombre al himno nacional soviético.
Después de que Stalin llegó al poder, él y sus aliados, Grigory Zinoviev y Lev Kamenev, obligaron a Trotsky a renunciar a su cargo como Ministro de Guerra. Cuando sus aliados se dieron cuenta de qué tipo de hombre era Stalin, se alinearon con Trotsky para sacarlo del poder, pero ya era demasiado tarde. Stalin hizo que ambos hombres fueran expulsados del Comité Central. También expulsó a Trotsky del Politburó y lo exilió a la Asia Central Soviética.