Una persona que sufre de sepsis o envenenamiento de la sangre puede sentirse débil, confundida o febril y experimentar escalofríos, respiración acelerada y un aumento de la frecuencia cardíaca, según Healthline. Físicamente, la piel de la persona Aparecen pálidos y desarrollan manchas rojas. A medida que los síntomas empeoran, el envenenamiento de la sangre puede hacer que una persona sufra un shock séptico e interfiera con la micción normal.
La sepsis, o septicemia, ocurre cuando las bacterias infecciosas invaden el torrente sanguíneo y se propagan, atacando a todo el cuerpo. La condición puede provocar vómitos y agitación, y la persona puede sentir dolor en las articulaciones principales, incluidas las caderas, los codos y las rodillas, afirma WebMD. Los casos menores no requieren hospitalización, pero la sepsis grave eventualmente impide que los órganos realicen funciones vitales. Esta condición que amenaza la vida generalmente es causada por toxinas liberadas en el cuerpo durante una infección, como la meningitis, la apendicitis o la infección del tracto urinario.
El desarrollo de un sistema inmunitario debilitado por VIH, diabetes, quimioterapia u otras afecciones médicas aumenta las posibilidades de que una persona sufra de sepsis, según el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York. El abuso de drogas, las enfermedades actuales o recientes y el envejecimiento normal también son factores de riesgo.
Sin un tratamiento oportuno, la sepsis grave puede hacer que la presión arterial del paciente caiga en picado y evitar que la sangre suministre una cantidad saludable de oxígeno a órganos cruciales, según WebMD. Los pacientes que tienen que ser hospitalizados generalmente reciben tratamiento con oxígeno y antibióticos, mientras que los médicos controlan la presión arterial. Si la infección persiste, es posible que los médicos deban eliminar las bacterias mediante cirugía o tubos de drenaje.