Los síntomas del parvovirus canino, o CPV2, incluyen hipotermia, fiebre, enrojecimiento de las membranas mucosas, vómitos, letargo, dolor abdominal, diarrea con sangre, falta de apetito o pérdida de peso. Parvo tiene dos formas: intestinal y cardiaca. La forma cardíaca se ve con frecuencia en cachorros de menos de 6 meses cuando están estresados por cirugías menores o pulgas.
Parvo es un virus que infecta células sanas que tienen una tasa de reproducción naturalmente rápida. Comienza en los ganglios linfáticos y luego se disemina al torrente sanguíneo, los intestinos y la médula ósea. Aunque el parvo es un virus agresivo, los perros mueren por deshidratación, necrosis intestinal y hemorragia, daño a la médula ósea, endotoxemia e infecciones secundarias, como septicemia.
Parvo es muy contagioso y puede infectar perros, lobos y especies relacionadas a través de la ingestión o incluso la inhalación de heces infectadas.
Aunque el parvo tiene una tasa de mortalidad del 90 por ciento, las vacunas están disponibles, y el tratamiento es posible si el virus se detecta a tiempo. Los perros infectados pueden recibir plasma sanguíneo de un sobreviviente de parvo, antibióticos orales, antieméticos para detener los vómitos y líquidos por vía intravenosa para la deshidratación.
Los perros supervivientes deben mantenerse en cuarentena durante al menos dos meses después de su recuperación para evitar la propagación de la infección. Dado que el parvo puede sobrevivir en materia fecal hasta por un año, el ambiente del perro debe desinfectarse con una solución de lejía débil.