Los problemas éticos para el ADN recombinante abordan las preocupaciones de que los organismos y los alimentos que contienen ADN recombinante son potencialmente peligrosos. La mayoría de los científicos consideran que la tecnología de ADN recombinante es segura, mientras que varios grupos de defensa y salud afirman que los grupos reguladores están sesgados y se necesita más investigación para evaluar los posibles peligros.
Después de las primeras publicaciones que describieron el uso exitoso de la tecnología de ADN recombinante en 1972 y 1973, la Conferencia de Asilomar sobre ADN Recombinante se reunió en 1975 para discutir las pautas sobre su uso. Surgió con recomendaciones detalladas y una moratoria sobre la experimentación potencialmente peligrosa. Más tarde, los Institutos Nacionales de Salud emitieron directrices más formales. Las regulaciones gubernamentales se basan en las pautas de los NIH.
La Unión de Científicos Preocupados, la Asociación de Consumidores Orgánicos, el Fondo Mundial para la Naturaleza y Greenpeace cuestionan la ética del uso liberal de la tecnología de ADN recombinante. Las principales objeciones a su uso se centran en sus consecuencias a largo plazo cuando se utilizan en la modificación de alimentos. Las consideraciones incluyen la posibilidad de contaminación de alimentos genéticamente no modificados, el etiquetado obligatorio para identificar productos con organismos modificados genéticamente, la eficacia de las regulaciones gubernamentales, los efectos a largo plazo en el medio ambiente y la salud y la supervisión suficiente de las empresas que se ocupan de tecnología o productos de ADN recombinante.
En los Estados Unidos, los críticos cuestionan la objetividad de las agencias reguladoras que simpatizan con las corporaciones que venden productos que contienen ADN recombinante. Los críticos también se oponen a un doble estándar en la Unión Europea entre el cultivo de alimentos para su uso dentro de la UE y para la exportación.
