Los elementos que determinan la moralidad dependen del individuo y de la cultura circundante; sin embargo, las emociones humanas básicas, las creencias religiosas y los puntos de vista políticos son factores decisivos para establecer la moral. Las morales emergen del superyó, la región del cerebro que controla los sentimientos de culpa y conciencia, según Sigmund Freud.
Freud, conocido como el padre del psicoanálisis, creía que el superyó incorpora valores de los padres y otras figuras de autoridad, así como dictados morales de la sociedad. El miedo al castigo a menudo influye en el sentido del bien y del mal. Sin embargo, rasgos tales como la compasión y la empatía generalmente se consideran inherentes a la psique humana. La moral corrupta también puede ser internalizada en el superyó, causando problemas como el racismo y el sexismo.
Las religiones típicamente establecen estándares de comportamiento que determinan la moralidad. Por ejemplo, los Diez Mandamientos en la Biblia describen un código de conducta que influye en las normas sociales de la sociedad occidental.
Un sentido de imparcialidad que se deriva de los principios morales es inherente a los sistemas judiciales de todo el mundo. Existe un debate sobre si la moralidad es subjetiva y está determinada por la situación, o si es objetiva y categóricamente correcta o incorrecta en todas las situaciones. Los ejemplos incluyen el tema del aborto, la censura y el derecho a portar armas. Los psicólogos y sociólogos a menudo consideran que la moral evoluciona con el tiempo en función de las circunstancias cambiantes de la vida.