Las creencias supersticiosas suelen ocurrir como respuesta a situaciones en las que los humanos tienen poco control sobre el resultado. Los estudios han demostrado que la superstición puede tener un efecto positivo tanto en la actitud mental como en la capacidad de resolución de problemas.
El antropólogo Bronislaw Malinowski fue uno de los primeros investigadores en articular un vínculo entre el comportamiento supersticioso y las circunstancias inciertas. A principios del siglo XX, Malinowski visitó las islas Trobriand frente a las costas de Papúa Nueva Guinea y observó a los isleños nativos allí. Malinowski notó que cuando los pescadores pescaban cerca de la orilla, donde la pesca era más fácil y más consistente, exhibían muy pocas prácticas supersticiosas. Sin embargo, cuando pescaron más lejos en el mar, donde la pesca era más peligrosa y menos consistente, se dedicaban a muchos más rituales supersticiosos. Malinowski reconoció que el aumento de la superstición de los isleños era el resultado de sus circunstancias menos controladas.
Las supersticiones ocurren con mayor frecuencia en momentos de vulnerabilidad o incertidumbre, y las investigaciones indican que las creencias supersticiosas pueden ayudar a las personas a enfrentar mejor las circunstancias adversas. En un estudio, los investigadores presentaron a los participantes problemas verbales múltiples, algunos de los cuales no tenían solución. Después de resolver estos problemas difíciles, los participantes trabajaron en una serie de anagramas que se pudieron resolver. El estudio encontró que los participantes que informaron haber participado en comportamientos supersticiosos en realidad resolvieron más anagramas que los participantes que no lo hicieron.