La caza furtiva puede crear efectos secundarios negativos para los hábitats humanos y animales, el medio ambiente y las comunidades. Además, la caza furtiva puede contribuir a la inestabilidad política y legal regional e incluso nacional e internacional y puede aumentar el número de personas amenazadas y especies en peligro de extinción en todo el mundo.
Muy a menudo, la caza furtiva surge en áreas dominadas por la inestabilidad económica. Las plantas y los animales raros, incluidos los elefantes y muchas aves exóticas, alcanzan altos precios en los mercados ilegales. Sin embargo, eliminarlos de sus hábitats causa una alteración ambiental, ya que sus delicados ecosistemas se ven desequilibrados. Además, la caza furtiva amenaza otras oportunidades económicas en las comunidades locales, como el turismo, al hacer que las áreas parezcan inseguras.