El bazo cumple dos funciones principales en los humanos. Primero, juega un papel importante en la inmunidad adaptativa; Grupos de linfocitos B y T residen en el bazo. Estos glóbulos blancos producen anticuerpos, combaten las bacterias y los virus y destruyen las células infectadas. En segundo lugar, el bazo tiene un tercio de las plaquetas del cuerpo en reserva. Si una persona sufre una hemorragia interna, el bazo libera estas plaquetas en la circulación.
El bazo también desempeña un papel en la eliminación y el reciclaje de glóbulos rojos senescentes o dañados; sin embargo, la mayor parte de esta actividad tiene lugar en el hígado.
El bazo se encuentra tan profundo dentro del cuerpo que no se puede palpar en la gran mayoría de las personas sanas. En ciertos estados de enfermedad, sin embargo, el bazo se agranda; Esta condición se conoce como esplenomegalia. Ciertas infecciones virales, como el virus de Epstein-Barr, así como la leucemia o el linfoma pueden causar esplenomegalia. Un bazo agrandado es propenso a la ruptura; una ruptura de bazo es un evento que pone en peligro la vida y solo se puede tratar quirúrgicamente.
En las personas con anemia de células falciformes, el bazo sufre un daño progresivo que comienza en la infancia. En la adolescencia, a los pacientes con células falciformes no les queda bazo funcional. Aunque la asplenia funcional aumenta el riesgo de infecciones, en particular neumonía estreptocócica, meningococo, salmonella y Haemophilus influenzae, las vacunas contra estas bacterias encapsuladas son generalmente efectivas para proteger a los pacientes con células falciformes.