Cualquier cuerpo en el agua flota o se hunde según las fuerzas de flotación que lo empujan hacia arriba y la gravedad que lo empuja hacia abajo. Si el cuerpo es más pesado que el agua que desplaza, se hunde. Si el agua que desplaza el cuerpo es más pesada, entonces el cuerpo flota.
El principio de Arquímedes establece que "cualquier cuerpo sumergido total o parcialmente en un fluido es impulsado por una fuerza igual al peso del fluido desplazado". Por lo tanto, si una roca que pesa 10 libras desplaza 3 libras de agua, se hunde. Sin embargo, si un cuerpo humano que pesa 150 libras desplaza 140 libras de agua, el cuerpo flota.
Los físicos utilizan la densidad como un método para calcular la masa por volumen de un objeto. Otra forma de expresar el principio de Arquímedes es que los artículos más densos que el agua se hunden mientras que los menos densos que el agua flotan. El aire que uno tiene en los pulmones lo hace menos denso y más flotante debido al aumento en el volumen de la caja torácica. Flotar o hundirse también depende del fluido en el que se intenta flotar. Por lo tanto, a los humanos les resulta más difícil flotar en agua dulce que en los lagos de sal, como el Gran Lago Salado o el Mar Muerto. La sal disuelta hace que el agua se vuelva más densa, por lo que el volumen que un individuo desplaza tiene un mayor peso en agua salada, lo que le permite flotar con facilidad.