La naturaleza de Cristo es objeto de mucho debate, pero en general sus cualidades se dan como una combinación de divinidad y humanidad perfecta ejemplificada a través de la caridad, la intercesión en nombre de las almas de la humanidad, el abandono del poder mundano y las recompensas y una capacidad infinita de perdón y compasión. Algunas sectas del cristianismo sostienen que Jesús fue completamente divino, mientras que otros creen en su mortalidad como una faceta central de la fe.
Jesús se caracteriza a menudo dentro de la Biblia como un pastor para las almas de los seres humanos. Es su lugar para guiar a las personas a la verdad contenida en las leyes de Dios y para ayudarles a vivir vidas que se adhieran a esas leyes. Para facilitar esto, Cristo toma todos los pecados de la humanidad sobre sus hombros al aceptar la crucifixión e ir sin objeción ni pena para enfrentar su muerte, de modo que el mundo pueda tener una oportunidad de salvación.
Cristo está definitivamente establecido como un sanador de aflicciones y como un resucitador de los muertos. Levanta a Lázaro de la muerte, cura a los leprosos poniendo sus manos sobre su carne enferma y, en general, no muestra respeto por los tabúes de la sociedad sobre los cuerpos y profesiones impuros. Cristo tiene un amor indiferenciado hacia todos los seres humanos, independientemente de sus acciones y elecciones.
