Según los relatos bíblicos de la crucifixión de Jesús, los dos hombres crucificados con Él eran simples delincuentes que habían recibido una sentencia de muerte. La historia bíblica no los menciona, sino que muestra el interacción entre los dos y Jesús.
El relato, una historia que pretende enseñar amor y perdón, tiene a un criminal burlándose de Jesús al afirmar que debe salvarse a sí mismo y a ellos. El otro hombre reprendió al primero, dando a entender que si bien él y el otro criminal merecían su destino, Jesús era inocente y no lo hizo. Jesús, a su vez, prometió la salvación eterna al segundo criminal.