Las obras consideradas como textos literarios clásicos incluyen "Don Quijote" de Cervantes, el clásico inglés "Beowulf", "Las uvas de la ira" de John Steinbeck, "Jane Eyre" de Charlotte Brontë y "Al faro" de Virginia Woolf. Estas obras se distinguen por su valor cultural y estético duradero y su mérito artístico. Si bien estas obras se consideran obras literarias fundamentales en la cultura occidental, existen muchas tradiciones literarias diferentes en todo el mundo, cada una con sus propios valores artísticos y obras fundamentales.
En Ghana y Nigeria, la novela "Things Fall Apart" de Chinua Achebe se considera una obra literaria fundamental. La novela, que sigue a varias generaciones de hombres en el clan Umuofia en Nigeria, se enseña ampliamente en las aulas de Nigeria y Ghana, y describe la vida pre y post-colonial en la región.
En Irán, la novela es una forma relativamente nueva, y su estudio aún no está muy difundido. Una forma literaria mucho más fundamental que la novela es la poesía. Irán tiene una rica historia de poetas influyentes y prolíficos, y los estudiantes en las escuelas iraníes aprenden la poesía de figuras como los poetas persas Hafiz, Sa’Addi, Ferdowsi, Rumi y Khayyam.
Otros ejemplos de textos literarios comúnmente enseñados en los Estados Unidos incluyen "Cien años de soledad" por Gabriel García Márquez, "Guerra y paz" por Leo Tolstoy, "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen, "Las aventuras de Huckleberry Finn" por Mark Twain y "The Stranger" de Albert Camus. "Things Fall Apart" de Chinua Achebe, "The Golden Notebook" de Doris Lessing, "The Sound of the Mountain" de Yasunari Kawabata y "Beloved" de Toni Morrison también se consideran textos literarios.
A los estudiantes estadounidenses se les enseña que los textos literarios contrastan con los textos informativos que tienen el propósito de proporcionar información en lugar de entretenimiento. Los textos informativos, como los resúmenes de ciencia y los libros de historia, reciben cada vez más énfasis en los currículos de las escuelas públicas como parte de los Estándares estatales comunes. Como resultado, muchos padres han cuestionado la idea de que los textos literarios tienen menos valor pedagógico que los informativos.