Las principales causas de la guerra de Crimea fueron la religión, en particular los lugares sagrados de Jerusalén, esto se aplicó a todas las grandes potencias, incluidas Francia, Gran Bretaña y el Imperio Otomano, y también a la política exterior británica, que estaba fuertemente en apoyo al Imperio Otomano, ya que los británicos vieron a las tierras turcas como una barrera que podría detener el expansionismo ruso. Rusia finalmente concedió la derrota a la alianza de Francia, Gran Bretaña, Cerdeña y el Imperio Otomano.
La guerra comenzó en 1853, cuando Rusia invadió las regiones autónomas de Moldavia y Valaquia, que residían en el Imperio Otomano.
Esto no fue pensado como un acto directo de guerra por parte de Rusia. En cambio, los rusos esperaban forzar al sultán a hacer concesiones para los cristianos ortodoxos en las áreas, mientras veían cómo respondería el Imperio. Se supuso que debido a que otras grandes potencias, como Francia y Gran Bretaña, no estaban en buenos términos, sería poco probable que se involucraran, y mucho menos que trabajaran juntas para ayudar a Turquía.
Gran Bretaña, Francia y Austria-Hungría consideraron la acción como una amenaza expansionista, o con desdén, con Gran Bretaña preocupada por su actividad comercial en el área, y Austria-Hungría temiendo la invasión de Rusia dado que habían cruzado el Danubio.