Los empleos en la primera mitad del siglo XIX eran drásticamente diferentes de los de la segunda mitad del siglo. En los primeros años, las personas tenían oficios especializados como confeccionar ropa a mano o en la agricultura, mientras que en los últimos años se registró un aumento en la operación de máquinas y trabajos de reparación.
La Revolución Industrial tuvo un profundo efecto de los tipos de trabajos que eran comunes en el siglo XIX. A comienzos del siglo XIX, las personas solían tener los mismos trabajos que habían tenido en los siglos anteriores. La agricultura era una ocupación importante, con numerosas personas necesarias para plantar semillas y cosechar cultivos. Los intercambios especializados también eran muy comunes en ese momento, ya que era la única forma de crear nuevos productos. Los ejemplos de estos oficios especializados incluyen el empedrado, la relojería y la reparación, el soplado de vidrios, la impresión y la carpintería.
A medida que avanzaba el siglo, se inventaron muchas máquinas nuevas que cambiaron todo el proceso de fabricación. Las fábricas que una vez tuvieron numerosos trabajadores calificados se llenaron de máquinas que hicieron el mismo trabajo más rápido y más barato. Se crearon nuevos puestos de trabajo, ya que las personas debían monitorear y operar las máquinas, así como realizar tareas de mantenimiento estándar y de emergencia. Los empleos en la construcción también prevalecieron, ya que con frecuencia se construyeron nuevas fábricas y casas para seguir el ritmo del crecimiento de las empresas.