El transporte a principios del siglo XIX fue principalmente a caballo y en barco, pero el desarrollo y el perfeccionamiento de la máquina de vapor impulsaron el desarrollo del transporte por ferrocarril y por río. Los caballos y los transportes tirados por caballos siguieron siendo el método principal de transporte durante la mayor parte del siglo, al menos para viajes locales. Hacia fines de la década de 1800, el automóvil comenzó a existir, aunque la mayoría de los diseños del siglo XIX tuvieron una adopción muy limitada.
Antes del uso generalizado de la máquina de vapor, los viajes por agua debían aprovechar el viento, las corrientes o la fuerza de trabajo para la propulsión. Gran parte del viaje por el río en este período fue en un solo sentido, ya que un bote de quilla o balsa podía transportar mercancías río abajo fácilmente, pero el viaje río arriba era arduo. Cuando las mercancías necesitaban viajar contra la corriente de un río, típicamente viajaban por tierra. Los barcos de vapor permitieron a los barcos viajar contra la corriente, creando los primeros sistemas de transporte fluvial de dos vías.
Los ferrocarriles demostraron ser una importante innovación de transporte en la década de 1800, debido a su capacidad para transportar grandes cantidades de personas y mercancías a velocidades relativamente altas. Los viajes en tren tienen la ventaja de trabajar durante todo el año, donde los viajes en barco pueden ser difíciles en los climas del norte durante el invierno. Los ferrocarriles también sirvieron como un salvavidas de comunicación, ya que los cables telegráficos a menudo acompañaban a las vías del ferrocarril a medida que se extendían por todo el país.
