Una de las diferencias entre la República Romana y el Imperio Romano que siguió fue la incapacidad de la antigua República para gestionar la enorme cantidad de territorio que había adquirido. El Imperio Romano, sin embargo, pudo para controlar las posesiones de Roma, y se mantuvo más eficaz para reprimir los disturbios civiles. Al eliminar el sistema de controles y balances que existía durante la república, el emperador titular del Imperio Romano pudo responder rápidamente y con mayor fuerza ante cualquier amenaza percibida o en desarrollo.
Ambas formas de gobierno romano estaban involucradas en guerras de expansión territorial duras ya menudo despiadadas, y la mayoría de ellas tuvieron lugar durante la época en que Roma seguía siendo una república. Sin embargo, el sistema de gobierno de la república se basaba en una constitución escrita, funcionarios electos y otros grupos representativos, mientras que el Imperio Romano se gobernaba a la manera de una dictadura imperial basada en el emperador.
Durante la época de la República romana, el poder del senado, que comenzó como un foro de debate, aumentó y, finalmente, ganó cierto grado de influencia en los asuntos militares de Roma. No obstante, la República romana nunca fue una verdadera república en el sentido estricto de la palabra. El poder legislativo y de gobierno permaneció consolidado dentro de un pequeño grupo de individuos de nacimiento noble y hombres que habían acumulado un gran grado de riqueza.