Los "Discursos sobre livianos" de Maquiavelo pretendían resaltar las virtudes de la antigua república romana para que los estados urbanos contemporáneos pudieran aplicar esos principios y mejorar su vitalidad cívica. Maquiavelo vivió durante el Renacimiento italiano, cuando intelectuales Estaban interesados en revivir la ciencia y el arte de Grecia y Roma. Al analizar los anales de Livy, Maquiavelo quería probar que los sistemas políticos de Roma también podían ser emulados.
Maquiavelo, un ávido estudiante de historia profundamente involucrado en la política de su época, creía que las ciudades-estado de Italia florecerían al implementar las prácticas de Roma. Según Maquiavelo, sus contemporáneos consideraban imposible emular la antigua virtud política. Así, se dispuso a mostrar que los principios subyacentes a la historia de la república romana son universales; su método para hacerlo era escribir comentarios sobre las crónicas del historiador romano Livy.
A lo largo de los discursos, Maquiavelo defiende el papel de la religión cívica como una manera de fomentar la virtud pública y mantener el orden social, citando el éxito del segundo gobernante de Roma, Numa, como un buen ejemplo. Subraya la importancia de la acción decisiva, afirmando que las decisiones lentas son perjudiciales para un estado, sin importar quién las tome. En el último libro del tratado, Maquiavelo defiende la capacidad de los grandes hombres para lograr un cambio duradero dentro de una república.