César reconoce la naturaleza ambiciosa de Casio y el peligro que potencialmente representa. César reconoce que Casio es extraordinariamente perceptivo y observador, que utiliza sus habilidades para manipular a las personas que lo rodean. Sin embargo, César no tiene en cuenta su propia mortalidad y subestima las profundidades del resentimiento de Casio, lo que finalmente lleva a su asesinato orquestado por Casio.
El análisis de Caesar sobre la naturaleza de Cassius es preciso y está justificado, pero Mark Antony responde a su severo juicio al declarar a Cassius "un noble romano y bien dado", lo que permite al público conocer la opinión general de Cassius.
Inicialmente, los peores rasgos de Cassius están magnificados, y parece carecer por completo de escrúpulos, mintiendo francamente a Brutus para convencerlo de unirse al plan de asesinato. Tampoco se opone al soborno, la venta de comisiones o la recaudación de impuestos para generar ingresos, lo que lo califica de al menos ligeramente corrupto. Sin embargo, también se caracteriza por ser intolerante a la tiranía de cualquier tipo, lo que implica que su odio hacia el César se debe más a sus ambiciones personales. También es muy emocional, pero no está por encima de usar la emoción como una poderosa herramienta retórica. Al final de la obra, llega a valorar la amistad de Brutus y se niega a atacarlo, suicidándose cuando cree que el ejército de Brutus está derrotado.