La moraleja de "Jack and the Beanstalk" tiene que ver con aprovechar las oportunidades que brinda la vida. Al principio, Jack está sumido en la pobreza, vendiendo la vaca de su familia, que era una Un verdadero acto de desesperación dado que fue una de las últimas fuentes de sustento de la familia. Al final, él tiene una riqueza incalculable, con la gallina dorada, y él es el héroe del pueblo.
La madre de Jack responde con enojo cuando regresa a casa con un puñado de frijoles porque espera algo que ella considera útil, como el dinero. En cambio, él llega a casa con algo que prácticamente no tiene valor en sus ojos, por lo que ella los arroja por la ventana.
Sin embargo, el frijol que crece en el cielo es la oportunidad de Jack para escapar. Quiere redimirse a sí mismo en los ojos de su madre (y los suyos propios), y así cuando ve el tallo, lo sube, aunque no tenga idea de a dónde lleva. Es la aceptación de este riesgo lo que termina transformando su vida.
Si bien no todos los riesgos conducen al descubrimiento de una gallina dorada que proporciona un suministro interminable de huevos dorados, el lector se aleja de esta historia con el conocimiento de que incluso el riesgo más terrible ofrece la posibilidad de recompensa.