La función de las plaquetas es reparar pequeños vasos sanguíneos y evitar que salgan cantidades peligrosas de sangre. Cuando se corta una persona, las plaquetas se precipitan hacia el área y se adhieren a los vasos sanguíneos que se han dañado, sellandolas. Las plaquetas fueron llamadas trombocitos.
Cuando las plaquetas se juntan en un vaso sanguíneo cortado, emiten varios químicos llamados factores plaquetarios. Estos químicos se combinan con los factores de coagulación en el plasma sanguíneo para producir tromboplastina. El plasma es la porción líquida y amarillenta de la sangre.
La tromboplastina luego interactúa con la protrombina y otras sustancias químicas para producir trombina. La trombina se combina con el fibrinógeno para producir hilos largos de fibrina, lo que crea una malla en la herida para contener las plaquetas y otras células sanguíneas. Básicamente, esto forma un tapón que detiene el sangrado.
Las plaquetas son pequeñas burbujas, flexibles y pegajosas que pueden parecerse a las placas cuando no están en uso. Cuando reaccionan a un corte, cambian de forma y pueden crecer fibras largas. Se hacen en la médula ósea a partir de citoplasma. Son mucho más pequeños que los glóbulos rojos o blancos, y un ser humano saludable tiene entre 150,000 y 300,000 plaquetas por microlitro de sangre. Tener una cantidad de plaquetas demasiado alta o demasiado baja puede causar problemas de salud.