Los enfoques teleológicos y deontológicos de los temas varían según su enfoque, con enfoques teleológicos basados en los efectos finales previstos y enfoques deontológicos basados en el cumplimiento de reglas establecidas. Estos términos se encuentran a menudo juntos en el estudio ética. La ética teleológica también se conoce como consecuencialismo.
La teleología se extiende más allá de la ética, y se refiere a cualquier aspecto de la existencia con un fin definido, ya sea en el comportamiento humano o en la naturaleza. Por ejemplo, una visión teleológica de los animales propone que los animales actuales son, en cierto sentido, un fin previsto de evolución o creación. La deontología, por otra parte, se ocupa únicamente de cuestiones éticas.
La deontología, como modelo ético formal, es el más antiguo de los dos, y el mejor ejemplo registrado de la antigüedad es la teoría del mandato divino. Esta teoría establece que una acción es buena o mala dependiendo de si corresponde a las reglas establecidas por una deidad. El famoso filósofo Kant, sin embargo, proporcionó una forma diferente de ética deontológica, según la cual la moralidad de una acción debe ser juzgada por si el actor desearía que la moralidad que justifica esa acción sea universal.
La ética teleológica es mucho más nueva. Una versión, el utilitarismo, fue creada por John Stuart Mill y afirma que la acción más moral promueve el mayor bien para el mayor número de personas. Por el contrario, las acciones que crean una infelicidad general en la red son inmorales.