El carbón se utiliza como combustible para las centrales eléctricas que generan electricidad, al calentar estructuras y en el proceso de fabricación de acero. Muchas sustancias importantes también se producen a partir de los subproductos de la combustión del carbón, incluidos los que se utilizan en Las industrias química, papelera, construcción y farmacéutica.
El carbón se utiliza principalmente en los tiempos modernos para hervir agua y producir vapor, que a su vez se utiliza para hacer girar las turbinas de los generadores para generar electricidad. Casi dos tercios del carbón recuperado ahora se utiliza en centrales eléctricas de carbón en todo el mundo. El carbón también se usa en el proceso de fabricación de acero, que utiliza coque, un subproducto de la combustión del carbón. Algunas estructuras e instalaciones industriales todavía utilizan carbón para calentar la estructura real, aunque estas se están volviendo bastante raras. La mayoría de los usos industriales modernos del carbón, fuera de la producción de electricidad, involucran grandes hornos de carbón.
El carbón se ha usado a lo largo de la historia para calentar y cocinar con evidencia de tal uso que se remonta a los tiempos de los nativos americanos y el Imperio Romano. El carbón es un combustible fósil abundante y generalizado que es más fácil de recuperar y transportar que las sustancias volátiles como el gas natural o los productos derivados del petróleo. Estas características, y la facilidad con que se ubicaron los depósitos, ayudaron al carbón a impulsar la revolución industrial. El futuro del carbón es incierto en este momento porque el carbón es un recurso no renovable y las preocupaciones relacionadas con las emisiones continúan creciendo.